¿Qué es el Evangelio?

La palabra “evangelio” sencillamente quiere decir “buenas nuevas”, y la verdad es que un mundo lleno de malas noticias, ¡las necesitamos!  Realmente es un mensaje que no sale en las noticias, pero tiene mucha más importancia que cualquier otra cosa que usted puede leer o escuchar.

El apóstol Pablo escribió a los corintios lo siguiente: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado…Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras, y que apareció a Cefas, y después a los doce”, 1º Corintios 15:1, 3-5.  Es un excelente resumen del mensaje que se predica cada semana en el Centro Evangélico: la muerte, sepultura, y resurrección comprobada de nuestro Señor Jesucristo.

La Biblia habla claramente en ambos testamentos del problema más grande que el hombre enfrente – el de sus pecados.  Es el mismo Pablo que escribe que “no hay diferencia, por cuanto todos pecaron”, Romanos 3:23.

El problema del pecado trae la pena de muerte.  Escuche lo que Pablo dice: “La paga del pecado es la muerte”, Romanos 6:23.  Es lo que merecemos por nuestros pecados en contra de Dios, porque en primer lugar el pecado sí es en contra de Dios.

Pero vemos que la Biblia nos habla de la provisión divina.  Lo que el hombre no puede hacer — salvarse a sí mismo — Dios lo ha hecho posible por medio de la muerte de Cristo en la cruz hace casi dos mil años.  Cristo Jesús, en la cruz, proclamó con voz de triunfo: “Consumado es”, Juan 19:30, habiendo terminado la obra necesario para proveer la salvación.

La prueba de que Dios está satisfecha se ve claramente por el hecho que al tercer día lo levantó de entre los muertos.  “Fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”, Romanos 1:4.  Un Salvador vivo, dispuesto para salvar al pecador, está sentado a la diestra de Dios ahora mismo.

Pablo también enseñó a los efesios que “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”, Efesios 2:8-9.  Nos deja muy en claro la verdad de que la salvación es un acto divino y  una dádiva divina, que uno recibe por la fe, después de darse cuenta de su condición perdida delante del Dios Santo.